La renta variable es la inversión que más rentabilidad ofrece a largo plazo, pero también la que más sustos va dando en el camino. Desde 1970 ha habido 11 meses con caídas superiores al -10%. Precisamente por esta volatilidad los mercados exigen una mayor rentabilidad a este tipo de activos.
La mayoría de los inversores son trabajadores de clase media que van aportando, en la medida que les va siendo posible, nuevos ahorros a su cartera. Cuando los mercados bajan, y sobre todo cuando lo hacen con fuerza, tendemos a ponernos nerviosos, ya que vemos como ese dinero que nos ha costado trabajo ir ahorrando, se evapora por momentos.
Imaginemos ahora un mundo perfecto; un mundo en el que la bolsa nunca cayese. Para este experimento, he creado un índice (en rojo) que sube cuando la bolsa sube, pero no baja cuando ésta baja. En azul podemos ver la evolución real de la bolsa mundial.
Sin duda la inversión en el mercado que nunca cae hubiese sido mucho más llevadera que la del mundo real. Sin embargo invertimos para que nuestros ahorros se multipliquen. ¿Hubiese sido mejor en este caso invertir en las condiciones de este mundo ideal?
Si un inversor hubiese ido aportando periódicamente 1.000€ a su cartera de inversión mes a mes desde 1970, su cartera valdría a finales de febrero de 2020 2.986.019€, sin embargo si hubiese invertido en el mundo ideal que hemos creado, tendría sólo 2.613.896€.
Podríamos considerar estos 373.123€ de diferencia como un "dividendo" de esa volatilidad extra, que nos ha permitido ir comprando más barato cada vez que el mercado cae.
Un inversor pasa por varias fases a lo largo de su vida. Una de ellas es la de acumulación, en la que va ahorrando e invirtiendo, y es generalmente la más larga. En esta fase somos compradores de acciones y por lo tanto nuestro interés debería ser que las acciones bajen, y así poder comprar más. En el largo plazo los retornos de la renta variable son mucho más estables de lo que son en el corto, y es por esto que los inversores deben ver la volatilidad de los mercados como una oportunidad y no como una amenaza.
En el gráfico de más abajo podemos ver el mejor y peor retorno anual de la renta variable mundial para diferentes horizontes temporales. Los retornos obtenidos a un año varían mucho, sin embargo, cuanto mayor es nuestro horizonte temporal, más estables son y menos períodos con retornos negativos existen. En períodos de 15 a 20 años los inversores siempre han obtenido retornos positivos.
Otra de las lecciones que podemos sacar es que si nuestro horizonte temporal es corto o medio, digamos menor a 10 años, la renta variable debería tener un peso menor en nuestra cartera de inversión, si por el contrario fuese mayor, la renta variable debería suponer la mayor parte de esta.
Al invertir debemos dejar a un lado nuestros instintos y sentimientos y tener perspectiva. Es normal sentir ansiedad cuando vemos una caída fuerte en nuestra cartera, a todos nos pasa. Pero debemos centrarnos en las cosas que podemos controlar, y esto es tener un plan de ahorro e inversión claro y definido, y seguir su rumbo.
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